Por: Crianza & Salud / 22 febrero 2024
Ayudar a los niños a articular sus sentimientos sin actuar sobre ellos, brindándoles consecuencias consistentes, puede ayudarlos a regular sus emociones.
Durante los años preescolares, las rabietas son una parte normal de la vida. Los niños tiran los platos o agarran los juguetes porque no tienen el vocabulario o las habilidades sociales para expresar lo que sienten y necesitan. Estos arrebatos les dan a los padres la oportunidad de enseñarles a los niños cómo expresar y regular sus emociones. También pueden ser signos de estrés. La investigación psicológica muestra que los niños pueden comportarse mal si un miembro de la familia está enfermo, por ejemplo, o si los padres se van a divorciar.
La ira y la agresión son normales, pero los padres deben responder
“Este es un momento crítico para abordar la ira y el autocontrol de los niños para garantizar un desarrollo saludable y ayudarlos a tener éxito más adelante en la vida”, dice Kenneth Dodge, Ph. D., profesor de Psicología y Neurociencia en la Universidad de Duke que estudia el desarrollo y la prevención de comportamientos agresivos.
Si no se tratan, los problemas de comportamiento en la infancia pueden dificultar que los niños tengan éxito en la escuela y aumentar el riesgo de problemas de salud mental, enfermedades físicas y abuso de sustancias en el futuro.
Afortunadamente, existen formas comprobadas de ayudar. Se ha demostrado que múltiples enfoques mejoran la regulación de las emociones, reducen los problemas de comportamiento y mejoran el rendimiento en la escuela. La siguiente guía se basa en la misma evidencia sobre el comportamiento y el desarrollo que hace que estos programas sean efectivos.
Consejos de psicólogos sobre cómo ayudar a los niños a sobrellevar la ira y la frustración
1. Enséñales a los niños a calmarse
Los niños pequeños a menudo tienen rabietas porque quieren algo, pero no saben cómo conseguirlo. Intenta sostener las manos de tu hijo y respiren profundamente juntos. Dile a tu hijo: “Te sientes un poco enojado en este momento y yo también. Respiremos profundamente para ayudarnos a calmarnos, para que podamos descubrir qué está pasando”.
Además de las respiraciones profundas, los padres les pueden enseñar otras estrategias de regulación de las emociones, indica la psicóloga clínica Carolyn Webster-Stratton, Ph. D., quien es autora de The incredible years® series. Al respecto, ella recomienda:
Ofrece frases útiles para que los niños puedan decirse a sí mismos cuando se sientan frustrados: “Puedo hacerlo. Puedo mantener la calma y la paciencia”.
Usa imágenes positivas, como un libro ilustrado en el que los niños dibujen lugares en los que se sientan tranquilos, felices y amados.
Incorpora ayudas visuales, como un termómetro, donde los niños pueden bajar su “temperatura” emocional de rojo a azul.
2. Ayuda a los niños a aprender palabras para sus emociones
Cuando los niños aprenden a notar y explicar cómo se sienten, pueden usar palabras para transmitir frustración en lugar de comportamientos enojados. Los padres pueden enseñar palabras emocionales (paciente, tranquilo, feliz, frustrado, enojado, triste) y ayudar a los niños a relacionar cada término con las sensaciones físicas que acompañan a la emoción, expresa Mark Greenberg, Ph. D., profesor emérito de Desarrollo Humano y Psicología en la universidad Penn State.
Luego, habla cuando notes que tu hijo experimenta cada emoción, incluida la validación y celebración de las emociones cómodas: “Eres realmente paciente y tranquilo. Es un trabajo duro, pero puedo ver que sigues intentándolo”.
3. Indica y explica las consecuencias
Cuando un niño se porta mal, es importante indicarle las consecuencias coherentes, junto con una explicación, para que el niño aprenda que existe una relación entre su comportamiento y la respuesta.
Por ejemplo, un padre puede enviar a un niño a su habitación durante 15 minutos o revocar un privilegio específico, como una hora de televisión. Explica el motivo de la consecuencia: “Te doy 15 minutos de tiempo muerto porque tiraste el plato a la pared”.
4. Evita los errores comunes
Las respuestas al mal comportamiento deben ser moderadas y consistentes. Si un niño recibe tiempo fuera algunas veces, pero otras no, no aprenderá que el comportamiento agresivo tiene consecuencias. Evita reaccionar de forma exagerada con una disciplina dura y severa, que puede dañar la salud mental y el desarrollo del niño.
5. Cuándo buscar ayuda profesional
Ten en cuenta que los arrebatos ocasionales son normales entre los niños en edad preescolar. Si el comportamiento agresivo persiste, los padres pueden buscar asesoramiento en un centro de salud mental o en un programa de capacitación para padres basado en evidencia para obtener más información sobre la distinción entre el comportamiento normal y un patrón que podría ser problemático.
Los programas de capacitación para padres también pueden mejorar las habilidades socioemocionales, fortalecer las relaciones y ayudar a establecer y hacer cumplir las reglas.
También puede ayudar considerar el contexto del comportamiento. ¿Podría ser una respuesta a un factor estresante de fondo, como un divorcio o la muerte de un abuelo? ¿El comportamiento ocurre únicamente en el hogar o únicamente en la escuela? Si el comportamiento ocurre en diferentes contextos y continúa por más de unas pocas semanas, los padres pueden buscar el apoyo de un terapeuta.
Por: Academia Americana de Psicología
(APA, por su sigla en inglés)