Por: Crianza & Salud / 26 abril 2024
La fiebre, lejos de ser un enemigo, es una respuesta valiosa de nuestro cuerpo para combatir infecciones. Activa nuestras defensas y es una señal de que estamos luchando activamente contra la enfermedad. La intensidad de la fiebre varía según cada persona y el tipo de infección que enfrentemos.
Incluso si un niño presenta fiebre debido a una enfermedad leve, las vacunas siguen siendo seguras y efectivas. No es necesario retrasarlas por este motivo. Tanto en la escuela como en la guardería, las vacunaciones pueden seguir su curso sin problemas.
Los antibióticos no interfieren con la eficacia de las vacunas, ya sean inyectables o administradas por vía oral, como la del rotavirus.
Aunque haya estado en contacto con una enfermedad contagiosa, no hay razón para retrasar la vacunación. Es importante protegerlo lo antes posible.
La convalecencia no es un obstáculo para vacunar. Al contrario, es un momento ideal para reforzar el sistema inmunológico del niño.
Los analgésicos pueden administrarse antes o después de la vacunación sin disminuir su efectividad.
Solo en casos de enfermedades graves o cuando se toman medicamentos específicos que puedan afectar la respuesta del sistema inmunológico.