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Los abrazos: forjadores del vínculo afectivo

Los abrazos: forjadores del vínculo afectivo

Por: Crianza & Salud / 29 noviembre 2022

​La pandemia por el Covid-19 hizo que los abrazos fueran más desafiantes, pero, a su vez, permitió que muchas personas llegaran a valorarlos más que nunca por su ausencia. Esta sencilla muestra de afecto y cariño, como es el acto de rodear con los brazos a alguien, tiene varios significados y puede llevarse a cabo por diferentes motivos o razones (saludo, reconfortar a alguien, cariño, simpatía, ternura, calidez, amor, felicitación, etc.). No obstante, el abrazo, una de las mayores manifestaciones de interacción humana positiva, sea cual sea el motivo por el que se dé, tiene un poder impresionante para brindar bienestar y tranquilidad a quienes lo reciben.

 
No en vano, por ello, se ha creado el Día Internacional del Abrazo, cuyo fundador y promotor es el psicólogo americano Kevin Zaborney, a quien se le ocurrió la grandiosa idea de alentar a los amigos y familiares a abrazarse más a menudo. En su página web, Zaborney describe el Día del Abrazo como una forma de “educar y promover entre los ciudadanos de nuestra comunidad global los valores y beneficios directamente relacionados con el amor y la bondad a través del poder del abrazo consensuado”.
Y es que estudios han demostrado que los abrazos aumentan la producción de hormonas que brindan la sensación de felicidad y bienestar, resaltando la importancia que estos tienen para la salud de quienes los reciben, en especial, de los niños, pues, además de brindarles afecto, son una herramienta esencial de comunicación entre padres e hijos, pues este simple acto corporal ayuda a fomentar y fortalecer el vínculo afectivo o apego en los niños, lo cual redunda en el afianzamiento de su autoestima y sentido de seguridad, componentes muy valiosos para su sano desarrollo emocional y psicológico.

 

Su contribución al buen desarrollo físico y emocional

Junto con el beso, el abrazo es una de las primeras muestras de cariño que los padres pueden darles a sus hijos al nacer. Después del parto, el bebé es colocado sobre el pecho de la madre, en contacto directo piel a piel, produciéndose así el primer abrazo entre ellos y marcando, de esta forma, un momento y un vínculo trascendental para el recién nacido. El abrazo representa un acto de unión, crea lazos afectivos.

Y, ¿por qué es importante el vínculo en la construcción de la identidad de un ser humano? Al respecto, la psicóloga, pedagoga y coach emocional, Doris María Rodríguez, indica que “la buena imagen que desarrollemos de nosotros tiene que ver con un vínculo sano y esto garantiza relaciones de confianza con el entorno, lo cual lleva a resolver con mayor facilidad los conflictos normales de la vida”.

Un vínculo materno-filial –agrega la especialista– “debe construirse desde los primeros años de vida, incluso desde el vientre, pues este permite que los niños desarrollen la mentalidad de que el mundo que habitan es un lugar seguro, pues les genera sentimientos de apoyo, bienestar, seguridad y confianza. Por otro lado, los abrazos también juegan un papel fundamental durante el parto y la lactancia, pues activan la hormona oxitocina, la cual desempeña una función muy importante en el estado emocional de la madre, al generarle un gran bienestar y una sensación de relajación y felicidad, que contribuye al desarrollo del vínculo materno-filial y a la prolongación de la lactancia”.

 
Aunado al vínculo afectivo, los abrazos, igualmente, tienen un efecto positivo en el crecimiento físico, psicológico y emocional de los niños, al favorecer en ellos el apego y fortalecer su autoestima. Esto es clave, aclara la Dra. Rodríguez, por cuanto “desarrollar una personalidad empoderada depende, en gran medida, de haber crecido sintiéndose protegido y apoyado, lo cual da como resultado un ser humano que se siente seguro para vivir su vida. Y algo tan sencillo como abrazar diariamente a nuestros hijos permite que en sus cerebros se activen neuronas que les llevan a liberar no solo la oxitocina, sino también las sustancias serotonina y dopamina, que les hacen sentir plenitud y los ayudan a crecer sanos y felices”.

La ciencia detrás de los abrazos

La razón por la que los abrazos se sienten tan bien tiene que ver con nuestro sentido del tacto, un sentido sumamente importante, pues nos da la posibilidad no solo de explorar físicamente el mundo que nos rodea, sino también la de comunicarnos con los demás, creando y manteniendo lazos sociales.

De acuerdo con un artículo publicado en el sitio de noticias independiente The Conversation, “el tacto es el primer sentido que empieza a funcionar en el útero (alrededor de las 14 semanas). Desde el momento en que nacemos, las suaves caricias de una madre tienen múltiples beneficios para la salud, como disminuir el ritmo cardíaco y promover el crecimiento de las conexiones de las células cerebrales”.

Cuando alguien nos abraza, indica la publicación, la estimulación de aferentes c-táctiles (nervios presentes en nuestra piel) produce el envío de señales, a través de la médula espinal, a las redes de procesamiento de emociones del cerebro. Esto induce una cascada de señales neuroquímicas que han demostrado ser beneficiosas para la salud.

Esto fue comprobado mediante un estudio realizado por un equipo de investigadores, en cabeza de la pediatra neonatóloga e investigadora Nathalie Maitre, del Nationwide Children's Hospital en Columbus (Estados Unidos). La investigación reveló que las experiencias con el tacto, especialmente en la infancia, de hecho dan forma al desarrollo del cerebro. También pudo demostrar que nuestras experiencias sensoriales en los primeros años de vida tienen efectos determinantes en nuestra función cerebral. 

Es tal la importancia de los abrazos, que muchos hospitales en Estados Unidos ahora hacen “reclutamiento de abrazadores”. Sí, así como suena, según la BBC News Mundo, “bebés vulnerables, hijos de madres adictas a analgésicos o a la heroína, están recibiendo el cariño que necesitan durante sus primeras semanas por voluntarios cuya única tarea encomendada es la de abrazarlos”. Los médicos revelaron que: “Tener voluntarios disponibles para abrazar los recién nacidos no solo ha sido muy positivo para los bebés que sufren de síndrome de abstinencia neonatal, sino que, a su vez, han permitido reducir tanto la cantidad de medicamentos que los bebés necesitan como la duración de su estancia en unidades neonatales”.

Al respecto, la psicóloga Rodríguez expresa que: “Un abrazo se puede catalogar como un `milagro' porque activa en el cerebro de los niños sentimientos y sensaciones que los llevan a saberse importantes, valiosos y amados. A nivel físico, estimula terminaciones nerviosas que les ayudan a relajarse. Aumenta la autoestima, fortalece el vínculo entre padres e hijos, reduce el estrés y, en general, alimenta y nutre el espíritu y el alma de nuestros niños”. Por todo ello, este maravilloso acto de amor se constituye en algo asombroso y excepcional.


 

Por: Lina María Martínez Fonseca
Coordinadora editorial de la revista Crianza y Salud
Con la colaboración de:
Doris María Rodríguez
Psicóloga, pedagoga, terapeuta y coach emocional
 

“El cerebro y todo el niño necesitan del abrazo para tener un excelente desarrollo, es decir, la caricia es parte del alimento emocional de los niños”.

Carmen Escallón Góngora
(Pediatra puericultora)




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