Por: Academia Americana de Pediatría / 20 mayo 2024
Algunos niños necesitan ayuda para aprender a controlar sus emociones y resistir el comportamiento impulsivo.
Si eres padre, es probable que hayas presenciado una o dos rabietas de tu hijo en un día. Es de esperarse en niños de dos años, pero si tu hijo llega a la edad escolar y las crisis y arrebatos aún son frecuentes, puede ser una señal de que tiene dificultades con la autorregulación emocional.
En pocas palabras, la autorregulación es la diferencia entre un niño de dos años y uno de cinco que es más capaz de controlar sus emociones. El objetivo de los programas de capacitación para los padres es ayudar a los niños que no han desarrollado habilidades de autorregulación a la edad típica. Y muchos niños mayores, incluso si ya no tienen rabietas, continúan luchando contra conductas impulsivas e inapropiadas.
La autorregulación es la capacidad de gestionar sus emociones y comportamientos de acuerdo con las exigencias de la situación. Incluye ser capaz de resistir reacciones altamente emocionales ante estímulos perturbadores, calmarse cuando se enoja, adaptarse a un cambio de expectativas y manejar la frustración sin estallidos. Es un conjunto de habilidades que permite a los niños, a medida que maduran, dirigir su propio comportamiento hacia una meta, a pesar de la imprevisibilidad del mundo y de nuestros propios sentimientos.
¿Cómo se ve la desregulación emocional?
Los problemas de autorregulación se manifiestan de diferentes maneras según el niño, dice Matthew Rouse, Ph. D, psicólogo clínico. “Algunos niños son instantáneos, tienen una reacción enorme y fuerte y no hay ninguna preparación. No pueden inhibir esa respuesta de comportamiento inmediata”, indica.
Para otros niños, señala, la angustia parece acumularse y solo pueden soportarla durante un tiempo determinado. Al final, esto conduce a algún tipo de arrebato de comportamiento. “Puedes verlos yendo por el camino equivocado, pero no sabes cómo detenerlos”, agrega.
La clave para ambos tipos de niños es aprender a manejar esas reacciones fuertes y encontrar formas de expresar sus emociones que sean más efectivas (y menos perturbadoras) que tener una crisis nerviosa.
¿Por qué algunos niños tienen dificultades con la autorregulación?
El Dr. Rouse ve los problemas de control emocional como una combinación de temperamento y comportamiento aprendido. “Las capacidades innatas de autorregulación de un niño se basan en el temperamento y la personalidad”, explica. Algunos bebés tienen problemas para calmarse solos y se angustian mucho cuando intentas bañarlos o vestirlos. Es posible que esos niños tengan más probabilidades de experimentar problemas con la autorregulación emocional cuando sean mayores.
Pero el medio ambiente también influye. Cuando los padres ceden a las rabietas o trabajan horas extras para calmar a sus hijos cuando se enojan y se portan mal, a los niños les resulta difícil desarrollar la autodisciplina. “En esas situaciones, el niño básicamente busca que sus padres sean autorreguladores externos”, dice el Dr. Rouse. “Si ese es un patrón que ocurre una y otra vez, y un niño es capaz de `subcontratar' la autorregulación, entonces es algo que podría desarrollarse como un hábito”, expresa. A los niños con trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o ansiedad les puede resultar especialmente difícil gestionar sus emociones y necesitan más ayuda para desarrollar habilidades de regulación emocional.
¿Cómo enseñamos habilidades de autorregulación?
Scott Bezsylko, director ejecutivo de las escuelas Winston Preparatory para niños con dificultades de aprendizaje, dice que actuar mal es esencialmente una respuesta ineficaz a un estímulo. El padre o el maestro debe ayudar al niño a reducir el ritmo y a elegir con más cuidado una respuesta eficaz en lugar de ser impulsivo.
“Abordamos las habilidades de autorregulación de la misma manera que abordamos otras habilidades, académicas o sociales: aislamos esa habilidad y proporcionamos práctica”, explica. “Cuando piensas en ello como una habilidad que se debe enseñar, en lugar de, digamos, simplemente un mal comportamiento, cambia el tono y el contenido de la retroalimentación que les das a los niños”, agrega.
La clave para aprender habilidades de autorregulación, dice el Dr. Rouse, no es evitar situaciones que sean difíciles de manejar para los niños, sino entrenarlos a través de ellas y brindarles un marco de apoyo; los médicos lo llaman “andamiaje” del comportamiento que desea alentar, hasta que puedan manejar estos desafíos por sí solos.
Imagine una situación que pueda producir fuertes emociones negativas, como una tarea de matemáticas frustrante. Si un padre ronda demasiado, corre el riesgo de asumir el papel de regulador. “En lugar de que el niño reconozca que el trabajo es frustrante y descubra cómo manejarlo, lo que siente es que los padres lo están frustrando al obligarlo a hacerlo”, explica Rouse. El andamiaje en esta situación podría ser ayudar al niño con un problema y luego esperar que pruebe el resto. Los padres los controlaban a intervalos y los elogiaban por sus esfuerzos.
Carreras de práctica
Los simulacros son otra forma de reforzar la autorregulación. Por ejemplo, si ha tenido problemas con un niño que reacciona impulsivamente o tiene una rabieta en una tienda, haga una visita breve cuando no necesite hacer compras serias. Haga que practique caminar con usted, manteniendo las manos quietas. Obtendrá puntos para alcanzar algún objetivo cada vez que tenga éxito.
El Dr. Rouse indica que a menudo los padres se desaniman cuando las cosas no salen bien la primera vez que intentan desarrollar habilidades, pero la constancia y comenzar en un nivel apropiado para su hijo son claves. En lugar de darse por vencido, intente reducir la actividad para que sea más factible y, poco a poco, dele a su hijo más y más independencia para manejarla. Por ejemplo, si cepillarse los dientes es un problema para su hijo, puede comenzar concentrándose únicamente en poner pasta de dientes en el cepillo y responder con comentarios positivos y recompensas cuando lo haga. Una vez que hayan practicado eso varias veces, agregue el siguiente paso en la cadena.
De manera similar, si salir por la mañana le provoca una crisis, apunte a un paso a la vez. Primero, digamos, vestirse a las 7:15. Una vez que lo hayan dominado, establezca una hora objetivo para el desayuno y agréguela. Romper la cadena en pequeños pasos les permite desarrollar habilidades de autorregulación en incrementos manejables.
Ayuda a los niños a ser autorreflexivos
Bezsylko enfatiza que cuando los padres o maestros abordan el comportamiento impulsivo e inapropiado con calma y les dan tiempo, los niños pueden aprender a elegir mejores formas de responder a esa situación. La retroalimentación que los niños necesitan no debe ser crítica ni emocional: qué salió mal, por qué y cómo pueden solucionarlo la próxima vez.
“Cuando los niños forman parte de un entorno reflexivo y analítico en lugar de emocional y acelerado, explica Bezsylko, pueden aprender a tomar mejores decisiones”. Disminuir la velocidad permite que los niños se vuelvan más pensativos, reflexivos y conscientes de sí mismos. “Necesitamos reducir el ritmo y modelar la autorreflexión, la autoconciencia y la autorregulación para nuestros hijos”, pero también es útil y bueno para nosotros”, señala.
Bezsylko añade que la atención plena y la meditación son buenas para todos, pero, especialmente, para los niños con problemas de autorregulación. Para los niños mayores, la terapia dialéctica conductual (DBT, por su sigla en inglés) también es una opción, ya que se centra en la tolerancia al malestar y la regulación de las emociones. Sin embargo, al final del día, nada puede reemplazar el trabajo de los padres. “Me parece que el entorno familiar es la pieza más importante”, concluye Rouse.
• ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a regular sus emociones?
Puede ayudar a su hijo a regular sus emociones entrenándolo para que disminuya la velocidad y responda con calma a las situaciones en lugar de ser impulsivo. La paciencia y la retroalimentación positiva de los padres son importantes. Con apoyo y orientación, el niño aprenderá gradualmente a afrontar los desafíos por sí solo.
• ¿Qué es la autorregulación en el desarrollo infantil?
La autorregulación es la capacidad de gestionar tus emociones y comportarte adecuadamente. Esto implica resistir reacciones altamente emocionales, calmarse y tener la capacidad de ajustar las expectativas.
• ¿A qué edad puede un niño controlar sus emociones?
Una vez que un niño llega a la edad escolar, alrededor de los cinco años, debería poder regular sus emociones con cierto éxito.
*Fuente: Matthew H. Rouse, Ph. D., experto clínico: childmind.org/article/can-help-kids-self-regulation
Academia Americana de Psicología
(APA, por su sigla en inglés)