Por: Academia Americana de Pediatría / 02 mayo 2024
Alimentar a los niños puede ser todo un reto, ya que muchos tienden a ser remilgados a la hora de comer. Continua leyendo para obtener consejos de cómo complacer a aquellos niños quisquillosos con la comida. Para obtener recomendaciones específicas sobre la alimentación y nutrición de tu hijo, habla con el pediatra o con un dietista certificado.
La cantidad de comida y el número de porciones de cada grupo de alimentos que los niños necesitan al día dependen de su edad y de lo activos que sean. Algunos padres se preocupan de que sus hijos coman cantidades tan pequeñas de alimentos, especialmente al compararlas con las porciones de los adultos. Esto no debe ser un motivo de preocupación. Si un niño está creciendo bien, es porque está comiendo lo suficiente. Si te inquieta este asunto, habla con el pediatra de tu hijo.
El desayuno brinda la energía que el niño necesita a través de una mañana activa. Los niños que no desayunan pueden tener dificultades para concentrarse en la escuela o carecer de la energía para jugar. Además, tenderán a comer alimentos o refrigerios poco saludables.
Aunque el cereal con leche baja en grasa es el desayuno favorito de muchos, hay cereales que contienen demasiada azúcar agregada. Por ello, lee las etiquetas de nutrición antes de comprar cualquier producto. Aunque los porcentajes de valores diarios de las etiquetas se basan en los niveles de calorías para adultos, pueden servir de guía para elegir cereales (y otros alimentos) más ricos en nutrientes. Escoge cereales con menos de 10 gramos de azúcar y, por lo menos, dos gramos de fibra por porción. Si a tu hijo le gustan las cosas dulces, te sugerimos combinar un cereal sin azúcar con fresas, arándanos, duraznos o bananos.
Los niños que ayudan a hacer su propio almuerzo tienden a comérselo con más facilidad. Las siguientes ideas harán que este sea más apetitoso:
Usa moldes de galletas para hacer sándwiches con formas divertidas e interesantes.
Decora la bolsa del refrigerio con calcomanías coloridas.
Dale un toque diferente al sándwich favorito del niño (encima de la crema esparce uvas pasas o rebanadas de banano o manzana).
Para darle color y textura al sándwich, pónle una variedad de verduras (las que sean de su gusto).
Hasta la comida más nutritiva no tendrá ningún beneficio si el niño se niega a comerla. Algunos pequeños son remilgados para comer por naturaleza. Otros solo comen ciertos alimentos o se resisten a comer como un modo de mostrar su autonomía. Si tu hijo se opone a comer un alimento de un grupo determinado, trata de ofrecerle un sustituto de ese mismo grupo.
Pon en práctica estas ideas para que las comidas familiares sean placenteras:
Cuando se trata de comer, las familias buscan conveniencia. No sorprende entonces que los restaurantes de comidas rápidas sean tan populares; sin embargo, muchas de esas comidas contienen una gran cantidad de grasa, calorías y sal. Tanto los niños como los adultos pueden optar por consumir estos alimentos de vez en cuando, siempre y cuando hagan una elección más sensata de otros alimentos.
Sigue estos consejos que te ayudarán a elegir los más sanos entre las opciones de comida rápida:
Recuerda dos importantes reglas para prevenir enfermedades provocadas por los alimentos:
No les dé a los niños menores de cuatro años alimentos redondos y firmes sin haberlos picado en trocitos. Estos alimentos representan un riesgo de atragantamiento: nueces y semillas, pedazos de carne o queso, salchichas, uvas enteras, pedazos de fruta (como manzana), palomitas de maíz, verduras crudas, caramelos duros o pegajosos y goma de mascar. La crema de almendras o maní puede ser un riesgo de atragantamiento para los niños menores de dos años.
Si tu hijo es diagnosticado con alergia a algún alimento en especial, al maní o a las nueces de árbol, evita todo tipo de nueces, así como cualquier comida que contenga o que esté hecha con productos de nueces. Si vas a servir nueces estando fuera de casa, verifica que no haya niños presentes que padezcan de alergia a ellas.
No deberá usarse la información contenida en esta publicación a manera de sustitución del cuidado médico y consejo de su pediatra. Podría haber variaciones en el tratamiento, las cuales su pediatra podría recomendar con base en los hechos y circunstancias individuales.