Por: Crianza & Salud / 29 febrero 2024
En lo que respecta a la crianza, la maternidad ha atraído siempre más la atención de la ciencia y la sociedad que la que ha logrado tener la paternidad. Sin embargo, desde hace aproximadamente 20 años, el rol del padre ha adquirido un mayor interés y relevancia, dándole un sitio para que participe como miembro activo de la crianza y cuidado de sus hijos, en una tarea que, en algún tiempo, era considerada exclusivamente de la madre.
El concepto tradicional de la identidad masculina se ha encargado de describir el significado de ser padre y la manera en la cual este papel debe ser llevado a cabo. Socialmente se espera que los hombres sean proveedores, fuertes, heterosexuales, protectores y con capacidad de procrear y tener una familia, para poder considerarse masculinos y apropiados para cumplir con el rol de la paternidad. Estos adjetivos dejan por fuera la realidad de padres con problemas de fertilidad, los pertenecientes a la comunidad LGBTQ+, familias donde la madre es cabeza y aquellas que se enfrentan a situaciones complejas donde la fortaleza emocional se ve comprometida.
No obstante, en los últimos años, la percepción del papel del padre dentro del círculo familiar ha cambiado, pues, actualmente, los hombres tienen permitido mostrar sus emociones, hablar sobre sus miedos y dolores, y están cada vez más abiertos a ser los encargados de ejecutar tareas con respecto al cuidado de los hijos, dando paso a que existan familias más felices, estables y en donde madre y padre comparten responsabilidades y trabajan en conjunto para que sus hijos tengan un crecimiento y desarrollo óptimos y una infancia donde se puedan lograr los objetivos del desarrollo.
La participación del padre dentro de la crianza
A muchos hombres se les dificulta identificarse a sí mismos como padres del hijo o hija que acaba de nacer, no porque no sientan afecto por el recién nacido, sino porque, en ocasiones, les cuesta apropiarse de ese rol. Es por eso que la inclusión del padre en los quehaceres del cuidado del bebé es tan importante, ya que se convierte en un factor influyente para que se dé el vínculo con su bebé.
La participación del padre en actividades como el baño, la alimentación (si bien no puede amamantar puede acompañar durante este proceso, ayudar a la extracción de la leche materna, realizar el método de alimentación dedo-jeringa o con copa), el cambio del pañal o tener momentos piel a piel con el bebé, ayudan a que el hombre se sienta empoderado y le demuestran la importancia de su contribución en el cuidado del neonato. Con esto, no solo se logran balancear las cargas entre madres y padres, sino que, a su vez, les ayuda a estos últimos a entender mejor a su bebé y a desempeñar mejor su parte.
Teniendo en cuenta esta perspectiva y no solo con los avances de la ciencia, sino con los cambios sociales, hombres con diagnósticos de infertilidad, pertenecientes a la comunidad LGBTQ+, o que son solteros con deseos de ser padres, tienen la posibilidad de desempeñar este rol. Y, para estos casos, no son necesarias las intervenciones médicas, pues pueden también realizar con éxito esta labor por medio de la adopción responsable. Eso sí, se requiere de un alto compromiso, pues son paternidades mucho más premeditadas, con consultas previas en las cuales se les orienta en cuanto a las mejores estrategias de crianza de los niños y adolescentes.
Padres adolescentes
La construcción social, de lo que se supone debe ser un padre, incluye un hombre que sea capaz de proveer para su familia, de protegerla y ser el líder de esta. Sin embargo, para algunos padres adolescentes esta puede no ser la realidad. Muchos de ellos presentan dificultades para encontrar un trabajo digno que les permita aportar el dinero para su familia; al ser tan jóvenes están en el proceso de conocerse a sí mismos como personas, entender quiénes son en el mundo y reconocer sus deseos y ambiciones; y se enfrentan, así mismo, a los juicios y etiquetas por parte de sus familiares, círculos sociales y la sociedad en general.
Deseada o no, la paternidad adolescente es una verdad en el mundo y hay un amplio porcentaje de estos padres que están comprometidos a llevar a cabo su rol de la mejor manera posible, algunos siguiendo los pasos de su propio padre, mientras que otros, provenientes de malas experiencias, como padres ausentes, tienen el objetivo de transformar su percepción de la paternidad para estar presentes y al alcance de sus hijos.
Padres con recién nacidos de alto riesgo
En casos en los que los recién nacidos son de alto riesgo, es común que los padres se sientan aislados de la situación, pues la atención y los cuidados van dirigidos hacia la madre y el bebé, no solo por parte de los familiares y amigos, sino también del personal de la salud. Esto ocasiona que se limiten al momento de expresar sus temores o dudas en cuanto a los procedimientos que recibe su bebé, y, además, los lleve a desarrollar comportamientos evitativos que los pueden distanciar de su papel como padres.
Los papás de los recién nacidos pretérmino tienen mayores tasas de ansiedad durante el periodo posnatal, lo cual afecta su calidad de vida e incentiva que desarrollen sentimientos de culpa, miedo y enojo, así como temor de cuidar o, incluso, cargar a su bebé, ya que creen que pueden causarle daño.
El contacto piel a piel con los bebés que se encuentran en unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN) es un método útil que ayuda no solo al fortalecimiento del vínculo entre padre e hijo, sino también a estabilizar los signos vitales de los recién nacidos, lo cual, por consiguiente, contribuirá a disminuir los niveles de estrés en los padres.
Conclusión
Recibir un hijo es una tarea compleja, sin importar el estrato socioeconómico, edad o línea de pensamiento. Para los padres, esta ha sido una tarea que ha evolucionado en los años recientes, pues ya no se espera de ellos que sean el pilar económico de la familia, sino que sean miembros integrales de esta y tengan una participación activa en la crianza y cuidado de los hijos.
Por ello, se les recomienda atreverse a tomar la iniciativa en las actividades que hacen parte de las rutinas de sus hijos, que se encarguen del cambio del pañal, que tengan una presencia activa en el trabajo de parto, que sean los encargados del baño, y que compartan momentos piel a piel con ellos, para afianzar el vínculo y apropiarse plenamente de su rol.
En lo que se refiere a los hijos más grandes, resulta muy gratificante observar que los padres asistan a sus consultas médicas o los acompañen a sus actividades deportivas o escolares, ya que esto no solo denota interés por parte de estos últimos, sino que, adicionalmente, ayuda a consolidar los lazos paternofiliales.
Proveer es importante, pero igual o más importante aún es ejercer un rol de paternidad de forma activa desde la primera infancia, que les dejará una huella imborrable a los hijos que los acompañará hasta su adultez.
Lecturas recomendadas
López Marín TI. La paternidad como ejercicio de la masculinidad igualitaria. iQual Rev Genero Igual [Internet]. 10 de febrero de 2022 [consultado el 24 de abril de 2023];(5):127-44. Disponible en: https://doi.org/10.6018/iqual.490701
Gómez-González M del P, Ramírez-Rodríguez JC. Paternidad adolescente: significados y prácticas desde una perspectiva socioconstruccionista. Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv [Internet]. 30 de noviembre de 2021 [consultado el 25 de abril de 2023];20(1):1-19. Disponible en: https://doi.org/10.11600/rlcsnj.20.1.4447
Por: Natalia María Mazo Correa
Pediatra Universidad de Antioquia, docente UPB y
Susana Escobar Escobar
Estudiante de Medicina - Universidad Pontificia Bolivariana